domingo, 21 de diciembre de 2008

De San Marcos, no hay quién se salve


¿Quién, alguna vez, no ha deseado seguir ovillado al edredón sobre su cómoda cama y no llegar a la clase de algún profesor aburrido o autista? ¿Quién no ha aliviado su cansancio o no ha derrotado al implacable sol, transportándose en nuestro autóctono burrito para llegar a otro punto cardinal de esta ciudad? ¿Quién no se ha cruzado por ahí con algún burócrata, bribón y troglodita, con aires de decano que te trató como si fueses su empleado?

A todos nos sucede de todo en esta ciudad selecta de, cosas cotidianas, de situaciones imponentes e inseparables a nuestra vida y nuestro actuar, de asuntos comunes y silvestres. En este campus no hay quien se salve de San Marcos.

¿Quién en San Marcos no se ha tropezado, al bajar de una combi, con algún vendedor, de golosinas intragables o de exámenes de admisión mal resueltos? ¿Quién alguna vez no se ha cruzado con algún antiguo amor de la academia que nunca fue o, que si fue, tuvo que terminar por la inesperada “graduación” de alguno de ellos para seguir los estudios en la universidad? ¿A quién nunca le ha tocado apresurar el paso y serpentear a cuerpos adormecidos e impasibles para llegar a tiempo a una clase?

Díganme, ¿quién de ustedes no ha regresado la mirada, en algún momento, a ver a una muchacha linda y despreocupada, casi perfecta, que tomaba como pasarela suya algún jirón de esta ciudad universitaria? ¿Y, quién de ustedes, señoritas, no se ha mordido los labios –clandestinamente- al notar la presencia de algún tipo atractivo, apuesto, que es el que estaba esquematizado en sus sueños diurnos?

¿Quién no se ha sentido tentado o tentada de cumplir, la ceremonia licenciosa y ley nominal, de visitar la huaca con su pareja o, simplemente con alguien a quien te une un sentimiento pagano? ¿Quién no ha comido aunque sea una vez en el comedor? ¿Quién no ha sido ampayado, en algún rincón obvio o recóndito, con alguna pareja reciente, por un amigo o compañera de escuela?

¿A quién no le ha pasado un día que, sólo ha tenido como única ambición al venir a la universidad, el tropezarse, encontrarse o, simplemente para contemplar a esa personita que nos trae loco o loca? ¿Quién no ha esbozado una sutil sonrisa al leer una procaz, ingeniosa o estúpida frase en las paredes de algún baño? ¿Quién alguna vez no ha querido huir de su escuela?

¿Quién no ha salido de una clase marcando su semblante con un respiro profundo y tranquilizador, después de haber escuchado y asimilado la lección de un catedrático resuelto y valioso? ¿Quién, por alguna razón indefendible, no ha dejado plantado a alguien? ¿Quién, en alguna circunstancia, no ha envidiado, y por consecuencia renegado, al ver a una pareja feliz?

¿Quién no se ha enamorado en una biblioteca, una conferencia, en una verbena, en un pasillo, una clase, en el lugar donde no esperabas al amor? ¿Quién no ha sufrido, reído, envidiado, amado o dormido, en algún lugar de esta ciudad con complejo de pueblo y de mundo? ¿Quién no ha terminado mirando al cielo buscando a alguien? ¿Quién no ha compartido un lugar insospechado con otras parejas que buscaban lo mismo que uno? ¿Quién no le ha sido infiel a su filosofía- de manera alevosa- con la certeza de una duda?

A qué sanmarquino no le ha pasado por la mente la metafísica idea de brillar.

Por ultimo, quién no ha amado san marcos por lo menos unos segundos. Quién no lo ha defendido de una injuria. Por otro lado, quién no lo ha odiado también un par de veces. ¿Quién de nosotros no ha defendido en enésimas oportunidades su derecho al medio pasaje? ¿Quién podría decir que no sacrificó algún almuerzo por unas pálidas separatas? ¿Quién puede decir, que no ha vivido, aprendido o no se ha encontrado en esta constelación académica?

Quién podría decir que no le han pasado algunas de estas situaciones y aventuras, con nuestra complicidad unas, contra nuestra voluntad otras ¿Quién?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como olvidar, las noches en el parque de derecho.

José Manuel dijo...

Buen relato Jackson, San Marcos es todo y nada, a ese extremo llegó.