Las Fiestas Patrias traen siempre más preguntas que respuestas. Preguntas que a veces suelen ser las mismas de años pasados, de decanas pasadas, y podría decirse que de siglos transitados. Pero hoy, 28 de julio de 2009, día en el que recordamos aquella fecha solemne de la proclamación de la independencia del Perú, mi patria, me digo hasta qué punto podrá llegar el caos y el desgobierno de estos 188 años de historia republicana. Y sucede que mi inquietud termina siendo parte de esa porción de preguntas que no sabremos respondernos mientras no lleguemos a pensar en el futuro antes que en el presente, que es lo que hizo y hace toda la dirigencia política que le ha tocado en algún momento tomar las riendas del Perú.
Federico Engels dijo alguna vez que la historia nos ha enseñado que los hombres no han aprendido nada de la historia. Es ironía pura aquella frase, pero cierta al fin y al cabo, desgraciadamente cierta. Pero hoy, que me siento tan peruano como un día de marzo o de octubre, no puedo dejar de expresar ese sentimiento inmenso y pleno que me produce ser peruano. De creer en mi país, no en los gobernantes, sino en el pueblo, en los peruanos de las distintas cultural que cubren de calor y de ideas cada kilómetro de territorio. Como joven, creo en los jóvenes, y creo que tendremos que ser nosotros los que busquemos cambiar los caminos truncos que ha construido la clase política generación tras generación. Creo, en suma, en un país de líderes entregándose a la causa del progreso y la justicia social.
Uno, para sentirse peruano, tiene que conocer el Perú. Y conocer el Perú en verdad no es fácil, por eso debe ser que muchos no entendemos las conductas de ciertos compatriotas y, más bien, los juzgamos con nuestros principios y patrones de vida, los que en muchos casos también son ignorados por éstos.
Somos un país de contradicciones. Multicultural, pluriracial, un conjunto de sociedades que no tienen el respaldo de un Estado consciente de las diferencias que unen a los peruanos de las distintas latitudes y altitudes del territorio patrio. Por eso, hoy que escuchaba el mensaje a la nación del presidente Alan García Pérez, se me vino la pegunta repetitiva y nociva de no saber hasta cuando sufriremos los embates del caos y el desgobierno. No esperaba nada del mensaje, pero a veces los sortilegios, la perorata frívola te invita a pensar en esa figura que se llama desgano, desesperanza. Pero no, no puedo permitir que el mal menor gane la batalla.
Por eso es que me he animado a escribir estas palabras, donde sólo quiero reflejar mi optimismo, mi fe en que ya es hora de un giro de timón en el rumbo del país, no hablo de revoluciones a lo siglo veinte, hablo de ideas imponiéndose a las viejas ideas, a las malas ideas, a las ideas individualistas y egoístas de algunos sectores poderosos. Pero para no quedarnos en ideas, vayamos a la práctica. Por ejemplo, podríamos iniciar este cambio buscando saber cuántas culturas somos en el Perú, qué los caracteriza para entendernos, escuchando al que no lo hacías ayer por la mañana. Saludando al paisano que pase por tu lado, pensando que él es tan peruano como tu corazón. ¡Viva el Perú, señores!
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